Por Juan Pablo Ojeda
Antonio Mohamed volvió a dejar huella en el futbol mexicano al conducir a Toluca a un bicampeonato histórico, el primero que el club consigue desde que se instauraron los torneos cortos en la Liga MX. El logro no solo reafirma al estratega argentino como uno de los técnicos más exitosos del país, sino que también confirma la personalidad de un equipo que supo competir con regularidad, carácter y temple en los momentos decisivos.
El camino al bicampeonato estuvo marcado por la mano de Mohamed desde el banquillo. Toluca mostró orden, convicción y una mentalidad ganadora que terminó por convertirlo en un conjunto dominante, capaz de responder bajo presión y sostener el nivel a lo largo de toda la temporada. Para el ‘Turco’, este título representa un nuevo capítulo en una carrera llena de trofeos y finales memorables en el futbol mexicano.
Una vez apagados los festejos en la cancha, Mohamed protagonizó un momento distinto, lejos de los reflectores y los estadios. El entrenador acudió a la Basílica de Guadalupe acompañado de su hija Mayra, en un gesto que reflejó el lado más íntimo y personal del técnico campeón. La visita fue una forma de agradecer por un logro que considera especial tanto en lo profesional como en lo personal.
La fe ha sido una constante en la vida de Antonio Mohamed. A lo largo de su trayectoria, el técnico ha expresado abiertamente sus creencias, incluso en momentos que generaron conversación pública, como aquella ocasión en la que dirigió un partido portando una playera con una imagen religiosa. Para el estratega, estas expresiones forman parte de su identidad.
Así, el bicampeonato de Toluca no solo se explica desde los números y los títulos, sino también desde la convicción de un entrenador que combina carácter, liderazgo y una visión muy personal del futbol. Mohamed sigue haciendo historia en la Liga MX, dentro y fuera de la cancha.
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