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¿Pueden los aviones de combate volar con combustibles verdes?

El cambio climático ha puesto a la aviación en el centro del debate ambiental, pero mientras las aerolíneas comerciales avanzan lentamente hacia el uso de combustibles más limpios, la aviación militar se mantiene rezagada. A pesar de que los aviones de combate consumen grandes cantidades de combustibles fósiles y generan emisiones de gases de efecto invernadero, hollín y partículas que afectan tanto al clima como a la salud humana, rara vez se incluyen en los inventarios climáticos oficiales.

Un ejemplo reciente es la decisión del Reino Unido de adquirir 12 aviones de combate F-35A para reforzar su defensa. Aunque estratégicamente relevante, esta medida implica más horas de vuelo, mayor consumo de combustible y un incremento en emisiones de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y vapor de agua. Estos contaminantes no solo contribuyen al calentamiento global, sino que también influyen en la formación de cirros y estelas de condensación, esas líneas blancas que atraviesan el cielo y que, al persistir, tienen un efecto de calentamiento adicional en la atmósfera.

El impacto climático de los aviones militares, según estimaciones, es similar al de la aviación comercial. Sin embargo, la diferencia está en las medidas de mitigación. Mientras que el sector civil ha comenzado a apostar por los combustibles de aviación sostenibles (SAF), derivados de residuos y aceites usados, las fuerzas armadas aún no han dado pasos significativos en esa dirección.

Los SAF, como los ésteres hidroprocesados y ácidos grasos (Hefa), pueden reducir entre un 50 % y un 70 % las emisiones de CO₂ a lo largo de su ciclo de vida. Además, generan menos partículas de hollín, lo que disminuye la formación de estelas de condensación y reduce la magnitud del impacto climático. Aunque actualmente no están certificados como sustitutos completos de los combustibles fósiles, pueden usarse en mezclas de hasta un 50 % sin necesidad de modificar los motores de las aeronaves, incluidas las militares.

De aplicarse estratégicamente, los combustibles sostenibles podrían destinarse a los vuelos con mayor probabilidad de generar estelas, como los entrenamientos a gran altitud. Aun así, existen limitaciones: su producción es costosa y su disponibilidad es todavía reducida, lo que frena su adopción masiva.

Si bien los SAF no representan una solución definitiva para alcanzar la neutralidad climática en la aviación militar, sí ofrecen una alternativa viable para reducir significativamente su huella ambiental. En un contexto en el que la seguridad y la sostenibilidad se han convertido en prioridades globales, la pregunta que queda abierta es si los ejércitos del mundo estarán dispuestos a invertir en tecnología que proteja no solo sus fronteras, sino también el futuro del planeta.

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